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 El período del Renacimiernto fue un movimiento cultural en el cual se toma una nueva forma de interpretar el mundo. Se toman ideas del humanismo poniendo al hombre como centro y se refuerza la idea de la naturalza como orden de todo. Sin embargo, las ideas que rigieron este periodo no son completamente innovadoras sino que son una reinterpretación de lo que ya existia. Hablamos de este tiempo, justamente, como un re-nacimiento de la cultura y sobretodo se retoman ideales de la antiguedad clásica. Entre ellos, se destacan la idea de belleza, y la busqueda de armonia y proporción. Como dice Hauser en el texto Historia social de la literatura y del arte: “En el Renacimiento lo nuevo no era el naturalismo en si, sino los rasgos cientificos, metódicos e intelectuales del naturalismo.” Lo nuevo de este periodo es la sistematización de estas cocepciones y la incorporación de una base cientifica e intelectual como herramienta para llegar a esa armonia y proporción.

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Una figura clave en esta sistematización del pensamiento renacentista es Filippo Brunelleschi, quien con sus estudios sobre perspectiva lineal y sus obras arquitectónicas, como la cúpula de Santa María del Fiore, marcó un antes y un después en la manera de concebir los espacios. Su dominio de la técnica y el cálculo matemático le permitieron materializar conceptos de simetría y proporción, convirtiéndose en un símbolo del Renacimiento arquitectónico.

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Asimismo, Arnold Hauser profundiza en cómo este proceso de racionalización del arte permitió una representación más realista y metódica de la naturaleza, destacando la importancia de una base científica en la creación artística. Sus escritos ayudan a comprender cómo los artistas del Renacimiento buscaron un equilibrio entre la observación empírica y la perfección estética.

Arnold Hauser, nació en la pequeña localidad húngara de Temesvár, el año 1892. Después de estudiar en Alemania e Italia entre 1919 y 1924 se trasladó a Viena de donde tuvo que huir hacia Inglaterra en 1938 por sus orígenes judíos. Permaneció en Londres hasta un año antes de su muerte a los 86 años, en que regresó a Hungría.

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Por su parte, Leonardo Benevolo, en sus estudios sobre la arquitectura renacentista, destaca cómo este movimiento significó un retorno consciente a los ideales clásicos, pero con una estructura teórica y racional que antes no existía. Su análisis permite entender el Renacimiento no solo como una imitación del pasado, sino como una reinterpretación metodológica y científica de este.

Leonardo Benevolo , nació en 1923 Orta San Giulio, Italia, estudió arquitectura en la Universidad de Roma, donde se graduó en 1946. Ha sido, de la segunda mitad del siglo XX, uno de los principales historiadores de la arquitectura. Profesor en la universidades de Roma, Florencia, Venecia y Columbia.

Como ya mencionamos anteriormente, el renacimiento recuperó las ideas clásicas aplicandoles una base científica e intelectual, podríamos decir que Brunelleschi es un claro ejemplo de este movimiento. Su interés por la geometría, su revalorización de la perspectiva lineal como método proyectual y su rigurosa organización espacial, lo convierten en figura clave de este período. Refuerza esta ídea de armonía mediante la repetición de un módulo cúbico que conforma los espacios de sus obras dándoles simetría y proporción. Además, es Brunelleschi quien desarrolla en profundidad la técnica de perspectiva líneal dándole a la concepción del espacio una impronta matemática y geométrica. Podríamos decir que la idea de perspectiva ya existía naturalmente pero estaba reducida a la sensibilidad del observador y fue brunelleschi quien verifica la ciencia exacta detrás de fenómeno. En palabras de Piero Sanpaolesi, citando a Maetti, la perspectiva es “un método libremente elegido, pero vinculado a un orden matemático y, por tanto, natural, perteneciente en consecuencia al mundo sensible”.

Tipología

¿A que llamamos tipologia en arquitetura? Entendemos por tipología a la clasificación de un modelo o forma. En arquitectura, se comienza a agrupar en distintas familias aquellas obras que contengan elementos comunes entre sí y, a su vez, se distinguen de otras. Dentro de cada periodo histórico existieron variantes dentro de estos grupos tipológicos que le daban un carácter sociocultural a la obras de ese tiempo como reflejo de la forma en que se percibían las cosas.

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Análisis

En el marco del pensamiento arquitectónico renacentista, Filippo Brunelleschi se posiciona como una figura clave en la relectura de las tipologías clásicas. Entre las diversas configuraciones espaciales que abordó a lo largo de su vida, se destacan tres grandes líneas: la planta centralizada —vinculada a la cruz griega—, la de edificios públicos y la tipología basilical. Será esta última la que orientará el presente análisis, ya que constituye un campo fértil para examinar la transición entre los modelos heredados de la antigüedad tardo-romana y paleocristiana y los nuevos principios de orden, proporción y racionalidad que introduce el Renacimiento.

El objetivo principal de este trabajo es comprender el concepto de tipología arquitectónica y cómo este permite leer los cambios estructurales, espaciales y conceptuales que introdujo el Renacimiento. A través del estudio de la Basílica de Santo Spirito, se busca identificar cómo Brunelleschi retoma una forma tradicional —la basilical— y la transforma mediante nuevas herramientas proyectuales, respondiendo a un pensamiento racional, humanista y geométrico propio del período.

En ese recorrido se abordarán tres tema principales, por un lado, el uso del módulo, la proporción y la matemática racional como herramientas que permiten ordenar el espacio según un sistema estereométrico, repetible y armónico. Por otro lado se analizarán las variantes e invariantes que presenta esta tipología entre el mundo paleocristiano y el renacimiento, revelando tanto los elementos que permanecen como los que se transforman. Finalmente, se explorará la relación entre sensibilidad e intelecto, entendida como la forma en que Brunelleschi hace visible lo invisible: cómo una estructura mental o geométrica como un eje axial se manifiesta en elementos sensibles, como una banda cromática en el solado o una disposición espacial que guía la mirada y el cuerpo. En este sentido, la arquitectura no solo se construye con lógica, sino también con percepción.

Síntesis compositiva
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Variantes - Invariantes

El análisis de la tipología basilical en su evolución desde el período paleocristiano hasta el Renacimiento permite identificar tanto invariantes como variantes estructurales y conceptuales que revelan cambios profundos en el pensamiento arquitectónico. La basílica, como tipología, conserva a lo largo del tiempo ciertos principios fundamentales: una planta longitudinal con eje axial definido, una nave central jerarquizada flanqueada por naves laterales, la culminación en un ábside y un sistema espacial orientado hacia un uso funcional y simbólico. 

 Estos elementos se encuentran tanto en la basílica paleocristiana de Santa Sabina como en la renacentista de Santo Spirito, manteniéndose como invariantes esenciales. No obstante, con la irrupción del Renacimiento y la figura de Filippo Brunelleschi, esta tipología experimenta variantes significativas que responden a una nueva lógica racional y humanista. A diferencia de las basílicas paleocristianas, cuya organización espacial era más empírica y funcional sin una estructura matemática unificadora y, muchas veces, con el uso de elementos reutilizados (espolio), en Santo Spirito se introduce una clara modularidad geométrica, basada en un módulo estereométrico repetible que ordena la planta, las alturas y las proporciones del edificio. Esta racionalización espacial se complementa con una mayor integración de la luz natural, que refuerza la percepción clara de las formas, acentúa la direccionalidad del recorrido y permite una lectura unificada del espacio. 

Otra variante clave es la incorporación de una cúpula sobre el crucero, elemento ausente en las basílicas paleocristianas, que aporta centralidad visual y articula jerárquicamente el espacio. A su vez, Brunelleschi no reutiliza órdenes clásicos, sino que los diseña con intención proyectual, controlando sus proporciones, ritmos y repetición. Estas operaciones evidencian un giro conceptual, donde la construcción del espacio ya no se basa solo en la tradición o la funcionalidad, sino en principios formales ligados a la geometría, la simetría, el equilibrio y la armonía visual. Así, Brunelleschi no abandona la tradición basilical, sino que la reinterpreta a partir de un orden racional y estético que se convierte en signo distintivo del pensamiento renacentista, articulando lo sensible y lo intelectual como fundamentos inseparables de la experiencia arquitectónica.

Módulo - Proporción

Durante el Renacimiento, este módulo se concibe como una unidad geométrica que permite establecer proporciones armónicas entre las partes del edificio. En Santo Spirito, cada capilla lateral equivale a 5X3 modulos (15) la nave central 4x14 (56) y el crucero se configura como un gran cuadrado de (4x4) 16. 

Norberg-Schulz señala que “Brunelleschi ha logrado derivar toda la planta de un simple cuadrado y, también, el corte del edificio corresponde al mismo módulo”, destacando la coherencia geométrica del proyecto y la racionalidad con la que fue concebido. En ese sentido, la arquitectura de Brunelleschi expresa una nueva forma de pensamiento proyectual que se apoya en principios matemáticos precisos, al tiempo que busca generar una experiencia espacial clara, armónica y legible.

Lejos de ser una estructura abstracta, el módulo actúa también como mediador entre la razón y los sentidos. Como expresa la célebre frase renacentista, “El cuerpo humano es el modelo ideal de proporción para la arquitectura”, el espacio arquitectónico se diseña en función de una escala humana ideal, buscando establecer una correspondencia entre las leyes de la naturaleza, el orden geométrico y la percepción sensible del espacio. En este sentido, el uso del módulo en Santo Spirito no solo representa un avance técnico, sino también una expresión del pensamiento renacentista, que concibe la arquitectura como una disciplina en la que conviven lo intelectual, lo sensible y lo humano.

El intelecto dentro de lo sensible

En la obra de Brunelleschi, la arquitectura renacentista se convierte en un puente entre el mundo de las ideas y la experiencia sensible. El intelecto, representado por estructuras geométricas rigurosas como la simetría, el eje axial o los módulos proporcionales, no queda relegado a un plano abstracto, sino que se manifiesta concretamente a través de recursos perceptivos. Así, lo invisible —el orden racional que organiza el espacio— se hace visible mediante elementos tangibles que el cuerpo y la mirada pueden recorrer. Un ejemplo elocuente es el uso que hace del pavimento, donde “una larga banda longitudinal de piedra se destaca cromáticamente del resto, en ladrillo, y lo divide claramente en dos partes iguales, como si quisiera conducir la vista hacia el fondo de la iglesia” (Patteta, Guilielmo de Angelis D’Ossant). Este gesto no es meramente decorativo, sino que traduce en materia una lógica intelectual: la simetría y el eje central se vuelven experiencia sensorial. Del mismo modo, la organización modular en la que fue pensado el edificio —donde cada parte responde a una unidad de medida repetida y ajustada— no solo estructura el proyecto desde el pensamiento geométrico, sino que también se percibe físicamente en la regularidad de las columnas, los ritmos espaciales y la claridad compositiva. De esta manera, la arquitectura de Brunelleschi no se limita a ser una construcción racional, sino que se completa a través de la percepción del observador, en una síntesis entre sensibilidad e intelecto que caracteriza al pensamiento renacentista.

El análisis de la Basílica de Santo Spirito permite comprender cómo Filippo Brunelleschi, desde el pensamiento renacentista, transforma una tipología heredada —la basilical— en una manifestación renovada de orden, claridad y racionalidad. A través del uso del módulo y la proporción, el arquitecto introduce una lógica matemática que organiza el espacio con precisión y coherencia, estableciendo un vínculo directo entre la geometría y la escala humana. Esta estructura ordenadora no solo define el proyecto desde lo técnico, sino que se convierte en una experiencia perceptiva, donde cada elemento arquitectónico —ya sea una columna, una bóveda o una banda cromática— participa de una totalidad legible y sensible.La comparación con la basílica paleocristiana revela las transformaciones profundas que introduce el Renacimiento: del uso empírico y simbólico del espacio se pasa a una concepción proyectual que responde a principios formales y racionales. Sin embargo, esta nueva arquitectura no se limita al ejercicio intelectual, sino que articula también la experiencia del cuerpo y la mirada. Brunelleschi logra así hacer visible lo invisible, traduciendo ideas abstractas —como el eje, la simetría o la proporción— en elementos tangibles que guían, orientan y emocionan.En definitiva, la obra de Brunelleschi encarna una nueva manera de pensar, proyectar y construir, en la que lo clásico se reinterpreta desde una mirada moderna y humanista. La arquitectura deja de ser solo un reflejo de la tradición para convertirse en un lenguaje donde conviven el intelecto, la sensibilidad y la voluntad de dar forma a un mundo ordenado.

Sofía Parisi- Juliana Pueblas - Teo D'alvia - Giuliana Cassi - Sofía Fernandez De Cicco

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